Quienes tienen por costumbre darse un pequeño gusto en Tucupita manifiestan que comerse un dulcito se ha convertido en un completo lujo.
Comprar una torta, una polvorosa o un quesillo puede llegar a destrozar el bolsillo de los deltanos. En otra época, esto se había convertido en algo muy común, en especial en horas de la tarde, cuando la familia se reunía para darle un gusto al paladar acompañados de un café; esto es imposible de costear, en especial si la persona tiene un ingreso de salario mínimo.
Quien quiere comerse un dulce de panadería debe estar preparado para cancelar mínimo 400 mil bolívares, mientras que una ración de torta puede llegar acostar 2 millones de bolívares.
Quienes se dedican a hornear estas exquisiteces detallan que estos precios se deben a los altos costos de la materia prima para la elaboración de los mismos, los cuales aumentan casi a diario.