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Ya no es de extrañar entrar en uno de estos establecimientos buscando medicinas, sólo para escuchar la misma canción, “no hay”.

Esta realidad ha llevado a varios dueños de farmacias a bajar su santa maría. Tal es el caso del señor Luis Medina, conocido en la ciudad por ser poseedor, junto a sus esposa, de tres de las farmacias más antiguas, la Farmacia Azul, la Farmacia Orinoco y la Farmacia del Caroní.

En este mismo orden, el señor Medina fue cerrando las puertas de todos sus negocios, debido a que la situación económica, la escasez de medicamentes, la irregularidad de los precios, el problema del efectivo le llevaron a tener cada vez menos afluencia de gente  y es que, poco a poco sus anaqueles se fueron vaciando debido a que los proveedores no traían mercancía o porque la misma era muy costosa.

Por las mismas razones, muchos otros comercios también han cerrado sus puertas, de la misma forma se hace poco recomendable la inversión en un emprendimiento ya que es difícil proveerse constantemente para mantener la clientela y poder también cumplir con los pagos correspondientes.

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